© Teresa Arana Migliassi
Nuestro hermoso deber es imaginar que hay un laberinto
y un hilo.
Jorge Luis Borges
Juan de los Aromos pertenece a esa clase de fotografía que habla desde lo íntimo de los vínculos que se emplazan en espacios reducidos y muy personales. El protagonista marca su presencia paterna y, en un suave deslizar de desplazamientos y vacíos, la fotógrafa habla también de su ausencia.
Las imágenes se impregnan de una interacción filial por medio de objetos que hablan tanto del peso de su existencia como de intersticios que interrogan su presencia, todo ello en espacios habitados que comunican símbolos del vínculo paterno. Juan y su ADN están en la mirada de Teresa, de quien recoge los rituales de una convivencia escrita de recuerdos y necesidades cotidianas, de vínculos económicos y amorosos complejos.
Las máscaras del rol paterno se arman y se desarman continuamente en este fluir de imágenes diarias. Padre e hija se inspeccionan, se revisan en lo pequeño del gesto y luego se desvanecen en lo furtivo para nuevamente reconstruirse en un intento de identidad que sitúa la relación en un vaivén jerarquizado y horizontal, siempre necesario paras conocerse e intentar comprender los enigmas del afecto que navega entre la intimidad y el espacio social donde se despliega.
Varios son los fotógrafos y fotógrafas que se han aventurado a realizar fotografías de sus ámbitos íntimos, familiares o no. La mirada siempre es escrutadora y minuciosa. Por ello trascienden lo personal para retratar una generación, una época y, por supuesto, la jerarquización de roles de género entre individuos definidos como hijos, padres, hermanos o esposos. Basta recordar a Nan Goldin quien retrata a sus amigos y a su pareja desde el éxtasis y el dolor que marca a una generación. O a la conocidísima Sally Mann, muchas veces objetada por la sensualidad y tersura que observamos en los cuerpos de sus hijos e hijas creciendo. Los retratos familiares de principios del siglo XX, que señalan cuerpos organizados en una estructura rígida y patriarcal, no son propiamente espontáneos, pero desde sus reglas comerciales y técnicas también asoman prácticas íntimas y, sobre todo, están ahí para hacernos recordar a nuestra estampa genética en lo cultural.
La trama del escenario familiar nunca se agotará. Representada en imágenes o no, continuará siempre y no hará otra cosa que repetir pautas de forma sigilosa, acumular escenarios que mutan aparentemente con objetos y personas que cambian en el exterior, pero que siguen cumpliendo el mismo rol a lo largo de los años -y a los años por venir-, ya que formarán parte del entretejido humano indisoluble mientras aún respiramos.
Texto por Gabriela Jara Ramos
Siento que es uno de los trabajos más ilustre tuyo, al ver las fotografías inspiras diversas emociones.
Que bonito, me encanta!😊
Increíble ver las fotos de tu papi… Que lindos recuerdos tengo de tu familia, creo que tu trabajo es maravilloso… Me siento muy orgullosa de conocerte de la amiga de mi infancia que es tan talentosa! Deseo mucho éxito para ti querida Tere… Amé tus fotos… ❤️